miércoles, 22 de septiembre de 2010

AUN TE RECUERDO BAJO LA LLUVIA



Ahí estaba yo otra vez, en el lugar de siempre, debajo de la lluvia, en un lugar público “las canchitas de la colonia San Antonio” en las graderías, todo mojado, con frio, hacia mucho viento, sin teléfono celular ya que en ese tiempo era un lujo muy costoso de poseer, con apenas 15 años de edad, recorrí casi 3 kilómetros de mi casa al lugar de donde la esperaría, el mismo lugar de siempre, el mismo camino, todo estaba ahí, como la última vez que fue hacia ya casi un mes desde nuestra última caminata, el mismo césped, los mismos arboles, los mismos faroles, las mismas graderías y las mismas canchas, donde los acompañamos de besos, charlas y risas, era el lugar y el momento especial para escondernos de todos, ese momento era nuestro y nadie nos lo arrebataba, pero ahí estaba yo esperando con el paraguas acompañado de una chumpa, la conocía demasiado sabría que saldría apurada, a escondidas que nadie se percatara de su ausencia, quería verla, saber si seguía igual, con la misma mirada de sus ojos color miel, con su mismo pelo negro, largo y suelto, con esos labios carnosos y cálidos y esa misma sonrisa enigmática que me ponía nervioso.

Sabía que no la había llamado, ni la contacte de que vendría, tenía la esperanza que con la lluvia fuera suficiente llamado para que ella supiera que estaba ahí, solo esperaba que ella recordara mi calor, mis brazos y mis besos, tenía la esperanza que con cada caída de las gotas de lluvia ella anhelara estar con migo, mientras yo aumentaba el calor de mi cuerpo corporal, quería agarrarla bruscamente, besar sus labios y su cuello, volver a sentir su olor, su calor y su piel, quería meter mis manos entre su ropa interior, acariciar sus pechos, que la respiración de ella se encontrara con la mía, quería que gimiera cuando lambiera su cuello húmedo, hacerla que se humedeciera y que los dedos de mi mano abrieran el hueco entre sus labios y comenzar a frotarle el clítoris en suaves movimientos circulares alternado el ritmo y dirección…

Estaba excitado, viendo con desesperación a cada rato el reloj y en vos muy baja decía “a qué horas vas a venir mi amor”, seguía la lluvia gota tras gota y mi esperanza seguía viva, mientras mi pene se estaba poniendo duro, me encaba la idea de que mi pene intentara abrir hueco en sus pantalones y que mis manos estuvieran ocupadas provocando placer; una mano metida entre sus piernas sin dejarse de mover causándole toques en su clítoris y la otra mano agarrando fuertemente sus pezones, que bien sabía yo que estaban bien ricos y duritos, yo quería que ella gozara, quería verla toda excitada y que mi boca siguiera lamiendo, besando, chupando y mordiendo su boca y su cuello, quería un poquito por aquí otro por allá, succionar sus senos, estaba ya muy excitado y mi pene muy tieso, solo quería agarrarla y arrastrarla por debajo de las gradas, quitarle su pantalón y su calzón, colocar una de mis manos en medio de sus piernas y la otra desabrochando mi pantalón sacando mi pene muy tieso y metérsela, abriendo camino al placer y los gemidos de satisfacción ya que me encantaba sentir mi pene erecto dentro de su vagina y a ella le encantaba sentir lo mismo.

Pero ya habían pasado 30 minutos de espera y la lluvia no cesaba de caer tenía la esperanza de que en algún momento ella llegara, solo escuchaba en ese momento las gotas de lluvia golpeando el paraguas, el viento ondeando, los arboles meciéndose y mi fuerte respiración signo de mi excitación estaba todo calenturiento y lo que más temía, la lluvia perdía su fuerza, el viento aumentaba y quería quitarme el paraguas, me estaba mojando mas, un escalofrió invadió mi cuerpo y el frio se apoderaba de mi, tenía una sensación de soledad, como que alguien me dejaba y se estaba despidiendo dándome su ultimo adiós, sentí una respiración en mi cuello muy relajante y un abraso que me rodeo por todo el cuerpo apretándome muy fuerte, sentía que no me quería soltar, además sentí pequeños soplos por aquí y por allá sin seguir un patrón alguno algo así como pequeños besos, me asuste mire para todos lados y solo se escuchaba el viento soplar muy fuerte y como las gotas de agua de la lluvia mermaban y ahí se perdía mi esperanza de verla y sentirla otra vez.

Realmente nos gustaba los días de lluvia, solo el hecho era un llamado para nuestros encuentros húmedos y yo la deseaba más que cualquier otro día y ella anhelaba esos encuentros, no sé que causaba esos efectos, tal vez era el tiempo o la humedad que recorría su frio cuerpo, algo sin sentido ni explicación que hacia explotar nuestros más oscuros deseos sexuales, fuera lo que fuera la lluvia era nuestro aliado, nuestro confidente que proporcionaba el placer de sentir una vez más llegar al clímax o tal vez era el lugar; una cancha de multiusos construida por INMUDE abierto a todo el público, pero en ese momento de lluvia solo éramos nosotros dos, era nuestro y hacíamos lo que queríamos…

Dejo de llover y yo quería irme, estaba destrozado y no sabía que pensar y el momento más amado por nosotros se esfumo en la última gota de lluvia que cayó, tenia rabia y frustración solo quería verla y reclamarle que un pedazo de mi corazón quedo vacio por su ausencia y mi boca esta reseca por falta de sus besos, hay DIOS mío, qué pena la mía, tome el camino de regresa hacia mi casa de nuevo y al llegar a mi casa era todo un Thor el dios mítico del trueno, entre muy furioso y no le dirigí la palabra a nadie, llegue a la cocina a beberme un vaso de agua tal vez así se me pasaba el mal rato decía yo, luego me dirigí a mi habitación, me recosté en mi cama muy triste, desilusionado y muy enojado, en ese momento era todo un niño muy caprichoso al que no se le complació con lo que más quería, mi hermana toca a la puerta y dice “puedo entrar” yo muy malcriado conteste “que putas queres”, no dijo nada y abrió la puerta y me dijo ya te contaron lo que paso y yo conteste “NO”, ella se veía muy triste y se le atoro algo en su garganta que no podía hacerla hablar, trago muy lento lo que tenia y entre cortado y poco entendible con sus ojos rojos y entre llorosos dijo “TU NOVIA ACABA DE MORIR

yo solo pude contestar “no jodas” esa fue toda mi respuesta, agarre mi chumpa y salí como un loco a buscarla, no creía y no quería creer, su casa estaba más largo todavía y llegar a ella me costó una eternidad, nunca en mi vida había sentido un camino más largo que ese, la bicicleta que era una pellejera estaba toda viejita y no sabía si llegaría con ella estaba dispuesto a dejarla tirada si eso era necesario y entre más me acercaba yo veía como la gente salía afuera de sus casas a verme; que como todo un loco pasaba entre las calles, asustando a todos, y todos sabían que ella avía muerto menos yo, ya que en su momento de agonía yo estaba esperándola en el lugar de siempre, debajo de la lluvia, en nuestro lugar intimo de locura sexual, todos me buscaban y nadie sabía de mi paradero ya que cuando llovía solamente ella y yo sabíamos dónde encontrarnos, por ese motivo nadie me encontraba.
Cuando llegue a su casa todos nuestros amigos estaban ahí y trataban de detenerme; no querían que entrara así de repente y la viera muerta, todos querían consolarme, hablar con migo, ayudarme y darme fuerzas, pero eso era lo menos que me importaba solo quería verla y decirle que la estuve esperando en el lugar de siempre, que había  sido fiel a nuestro amor, tire la bicicleta y con las pocas fuerzas que me quedaban pude abrir camino entre todos ellos y llegar a ella, la abrase, la bese, acaricie su rostro y entre lagrimas le dije a su oído muy fuerte para que desde el otro lado donde ella estuviese me escuchara;

“SOLO RECUERDA ESTO AMOR, QUE NADIE MÁS QUE TU INVADIRÁ NUESTRO PEQUEÑO LUGAR LLUVIOSO EN LAS CANCHITAS, TE AMO Y NUNCA DEJARE DE AMARTE Y EN TU TUMBA SE ENTIERRA MI CORAZÓN YA QUE ES MAS TUYO QUE MÍO, MI ALMA SE ENTRISTECE POR TU PARTIDA Y ESPERARA EL DÍA EN QUE NOS TOQUE VERNOS DE NUEVO ALLÁ EN EL OTRO LADO , HASTA ENTONCES YO VOLVERÉ A SONREÍR, TE AGRADEZCO POR A VER IDO A DESPEDIRTE DE MÍ, GRACIAS MI AMOR, TE AMO, TE AMO, TE AMO”  y por muchas horas llore sin cesar hasta el día de su entierro.

Desde entonces ya han pasado casi 15 años desde su muerte, ahora yo tengo 30 años, ese día fue la última vez que fui a las canchitas y no he podido regresar a ese lugar, además confieso que no he podido amar a otra mujer como la amo a ella y no sé si volveré  a tener momentos así tan excitantes, llenos de adrenalina, llenos de amor, solo sé que cuando llueve me pongo muy triste y lloro, me aparto de todos y suspiro muy pero muy hondo, recordando así cada detalle que pase con ella, cada gota es un recuerdo grabado que viene a mi mente en donde me encanta sentir la brisa húmeda del viento y el agua de la lluvia caer sobre mí cuerpo, me encanta como el agua invade cada parte de mí eso me excita,



me éxito tanto que siento que es ella la que me está tocando, me está besando, me está abrazando fuertemente y cuando el agua se está deslizando lentamente por todo mi cuerpo siento que son sus manos las que me acarician y es ella las que me hacen sentir todo aquello que sentí ese día que estuve esperándola en las canchitas debajo del agua, ella me hace el amor y ese momento es especial, es espiritual, ya que es en ese momento en que yo siento que puedo amarla otra vez y me transporto a ese pequeño espacio reservado en las canchitas, donde vuelvo a revivir todos esos encuentros bajo la lluvia en donde hacíamos el amor, y es en ese lugar público donde nos complacíamos nuestros extraños gustos y fantasías sexuales, es en ese lugar donde nuestras almas se vuelven amar.

Lo triste es cuando se acaba la lluvia, es en ese momento cuando la fantasía termina, explotando en llanto y en el último suspiro de la briza húmeda donde solo queda la marca de su feroz paso; susurro en vos baja y con la esperanza que mis palabras se las lleve el viento, para que ella las escuche, digo: “AUN TE AMO, MI AMOR”, siento que me hace daño recordarte de esta forma, ya que tú haces lo mismo con migo, lo mismo que hace el viento con cada gota de agua que cae, sé que he pagado el precio de mi amor por ti y siento el cansancio del peso de tu recuerdo que lo han pagado mis ojos, ya que están secos de tanto llorarte, me han dicho que lo que no te mata te hace fuerte… pero yo, desde que te fuiste, he muerto simbólicamente y mi alma a perdido el color de la risa, nuestros amigos me critican el luto que guardo por tu amor y el rechazo continuo de otra mujer, con tan solo el pretexto de que no se parece nada a ti, lo que no han entendido aun es que no solo te amo yo, te ama mi alma, te ama mis sueños, te ama mis miedos, te ama mi voz, te ama mi espíritu, e incluso ese pequeño diablo que llevo dentro de mí, te ama, ni él se complace en hacerle daño a otra mujer porque es simple, no lo disfruta, ese Charlie Chaplin no ha podido hacer sonreír mi alma, ya ha perdido su color, trato de vez en cuando de contar algún que otro chiste, para ver si con mi extrovertida forma de ser, logro tan siquiera entretenerlo, pero tu sabes que he sido patético contando chistes y cuando lo hago hoy en día, soy a un más patético  y el doble de falso de lo que he sido estos últimos años, porque con todos mis triunfos, todas mis derrotas y lo que he aprendido en esta vida, todos mis chistes siguen siendo simples y vacios, ya que no tengo amor y me haces faltas tú…

He entrenado a mi corazón para que sea un escudo elástico, porque he guardado ahí todos esos recuerdos que nos atan y me mantienen vivo, porque aun te amo y mi corazón todavía está enterrado en tu tumba, te cuento amor  todavía nadie ha osado en invadir nuestro pequeño mundo en las canchitas de la colonia san Antonio y cuando llueve sigue siendo nuestro, porque es ahí cuando nos transportamos a tener nuestra espiritual aventura sexual.


TE AMO Y EN TU MEMORIA
TE RECUERDO SIEMPRE
MI OSITA CONSENTIDA